Hay muchas personas increíbles en el mundo del jerez y os las iré presentando en nuestro blog.  La de hoy es muy especial, es mi padre Eduardo Miller Margolles.  Mi padre trabajo muchos años en González Byass.  Era un apasionado del vino de Jerez y supongo que de él he heredado yo esa pasión.  Comparto con vosotros una entrevista que le hicieron en 1971 cuando viajaba por toda hispanoamérica representando a González Byass y sobre todo el Tío Pepe que como veréis era ya más que famoso.  Espero que os guste.

Sol de Andalucía,  1971

De Viaje con el “Tío Pepe”

Los que tenemos la misión de llevar por el mundo el Sol de Andalucía embotellada, guardamos en la maleta buena colección de anécdotas y recuerdos en los que figura como personaje central nuestro TIO PEPE. Para mí fueron sumamente agradables aquellos que presencíé y escuché en los países hispano-americanos visitados, donde nuestro vino es el mejor embajador de la alegría y de la amistad.

SHAKESPEARE Y EL «TIO PEPE»

Eduardo Miller nos empieza a reIatar:

—Fue en Bogotá, bonita ciudad con estupendos restaurantes. Un día acudí a uno de los más famosos, atraído por su especialidad, la paelIa valenciana. Ya acomodado reparé en un enorme fresco que cubría toda una pared, Representaba a Shakespeare y aI pie de su imagen pude leer su sentencia sobre el vino de Jerez, modificada así: «Si yo tuviera mil hijos, el primer principio humano que les enseñaría, sería: que aborreciesen las bebidas insípidas y se aficionasen al TIO PEPE».

Y Miller reaccionó así, cuando el camarero se le acercó y le preguntó qué deseaba para empezar:

—Amígo, lo que aconseja Shakespeare: TO PEPE.

¡A LOS TOROS…! CON «TIO PEPE»

——Bueno. Sabida es la gran afición que en hispanoaméríca se tiene por las corridas de toros, algunas de las cuales asistí, viendo con satisfacción en Colombia que casi todos los espectadores van a las plazas llevando la castiza bota llena de TIO PEPE. La curiosidad me hizo preguntar si siempre se iba así a los toros, y me contestaron:

—Se ve que usted no es de acá.

Mire, se lleva y se bebe TIO PEPE porque así los malos tragos de los malos toreros se soportan mejor, y los éxitos de los buenos espadas se paladean mejor también. Ande, échese un trago.

—Pero si ahora no estamos en los toros…

—¡Y qué más da, españolito!

PETICION DE OREJAS V VUELTA AL RUEDO

Cuenta Miller que durante una corrida de toros que presenció en Caracas, pasearon por la plaza un gigantesco TIO PEPE, sobre ruedas, llevado por dos guapas mozas vestidas de chaquetilla corta, propaganda realizada por nuestros agentes, señores Benedetti.

EI público. al final de la corrida, pidió las orejas de todos los toros corridos para el TIO PEPE, porque había sido lo único bueno que aquella tarde se vio en el ruedo.

PATO AL «TIO PEPE»

—En Caracas también me ocurrió lo siguiente —dice Miller—: En un restaurante francés me sirvieron Pato al «TIO PEPE». Como estaba para chuparse los dedos, invadí los dominios del cocinero, y tras felicitarle, le solicite la receta, haciéndole ver lo que suponía para mi por pertenecer a González Byass. El cocinero, un viejo marsellés, me explicó minuciosamente todos los preparativos de dicho exquisito plato, hasta quedar en disposición de ser servido. Como no me mencionara para nada el vino aludido. le recordé su olvido, El me sonrió y me explicó:

—Ahí está el secreto. Si el asado me sale bien. que nunca me falla, yo me tomo unas copas de TlO PEPE para celebrarlo. De ahi el origen del nombre del plato que tanto le ha gustado.

LA BEBIDA DE LOS ANTIGUOS DIOSES INDIOS 

Miller enlaza unas anécdotas con otras, imposible de recogerlas aquí todas. pero valga ésta como colofón a la serie reseñada:

—Hallándome en El Salvador, donde una botella de TIO PEPE viene a costar unas cuatrocientas pesetas. Observé un día a un peón. Descalzo, que trabajaba en las obras de una calle. Se estaba comiendo un bocadillo. y de vez en cuando bebia de una botella de TlO PEPE. Me acerqué a él y le pregunté si le gustaba, contestándome que era la bebida de los antiguos dioses indios, llevada por los descubridores a España.

No quise hacerle comentario sobre ello, pero si le expuse mi criterio sobre lo caro que le resultaría aquel vino para su simple almuerzo.   Lo que me contestó me hizo mucha gracia:

—Señor, aunque en esta etiqueta dice TÍO PEPE. lo que contiene esta botella es aguardiente del más barato. Yo lo echo aquí porque así me sabe mejor y me hago la ilusión de que todavía me queda TÍO PEPE, ya que esta botella me la regalaron en mi boda. única vez que tuve la dicha de beber el mejor vino del mundo.

—¿Oué hizo usted, Miller?

—Hombre, le regale unas botellas de TlO PEPE para que durante una semana pudiera sentirse como un antiguo dios.

Con mi padre en una fiesta en la bodega.

Mi padre con D. Mauricio González-Gordon y el tenista Manolo Santana.